“La tecnología es parte de nuestro diario vivir, joven Tep” nos dijo una vez que nos recibió dentro de su choza la cual estaba ornamentada de una forma bastante peculiar. Había plumas por todas partes, ratas muertas y cabezas de ratas esparcidas por el piso junto a las heces que se encontraban cubriendo todo el suelo incluso debajo de nuestros pies, lo que indicaba que el Maestro no salía nunca de su hogar. Sin embargo lo que estaba directamente en el piso no era lo peculiar, sino el huevo dentro de un nido alumbrado por dos ampolletas que al parecer se encontraban siempre encendidas.
-La tecnología nos permite sobrevivir y hacer más llevaderas las labores, especialmente la mía –continuó el Maestro.
-Veo que su trabajo no le da tiempo de salir, Señor –dije yo.
-Bueno como os decía esperaba verlos hasta mañana, pues el día de hoy está previsto que nazca mi sucesor –dijo indicando el huevo.
-¿Sucesor? –preguntó Tep.
-¿Es qué acaso piensa dejar la aldea, Maestro?
-Os acompañaré, no hay mejor mapa que aquel que mi duro cráneo. Tengo memorizado cada rincón que me han traído dibujado mis trabajadores, ha sido un arduo trabajo. Pero como no hay tiempo que perder debemos partir mañana temprano, vayan a dormir yo me las arreglaré con las zonas aun inexploradas.
Contrariamente a como lo pensamos con Tep no fue una noche tranquila, durante toda la noche pudimos oír aquella maravilla de la vida donde nace un ser vivo y lloriquea constantemente. Para tratar de conciliar el sueño comencé a pensar en Tep y en la profecía. Tep difiere mucho de la apariencia que relatan las legendarias historias; pues para empezar el legendario guerrero humano tenía tatuajes en forma de manchas en la piel, presentaba una cicatriz en forma vertical en su cara, un cuerpo macizo y ágil y una capacidad para acechar digna de un animal; por otro lado, Tep, no tenía tatuajes, pero sí tenía cicatrices: una en la cara de forma horizontal y una en la boca del estómago como si le hubieran clavado algo, además es poseedor de una fuerza y una agilidad asombrosa a pesar de que no lo he visto acechar sé que en esta última parte no me fallará, es más, espero que tenga ese poder oculto que hablan las leyendas sobre transformarse en una bestia capaz de estremecer el mundo. En fin, fuera o no fuera, Tep, el elegido no podía quitarme su imagen de la cabeza, era el último humano, el poseedor del secreto de nuestra libertad y tenía rasgos tan raros. Aparte de sus cicatrices su tez oscura es de un tono que jamás había visto mientras que su cabello era largo, no tanto como el mío, pero le llegaba hasta los hombros y era ondulado. Los harapos que usa me recuerdan al antiguo pueblo de Rococó que desapareció en el olvido, se dice que aquellos fueron los últimos pobladores humanos en el Mundo. Es curioso como uno se va enterando de las cosas que hay fuera del Mundo de los Sueños, el Hada de los Dientes tenía esa particular habilidad, quizás algún día llegue a dominar aquella técnica. Es hora de descansar. Buenas Noches.
A la mañana siguiente y luego de dejar el pueblo junto con Búho Mayor nos dirigimos, según él, hacia el poblado de Oloh’ Ondró al Noroeste de Acambuyú donde nos reuniremos con Auroca.
-¿Quién es Auroca, Maestro? –preguntó Tep.
-Auroca, es un gran árbol que vive desde los principios de los tiempos en el Mundo de los Sueños, tiene tantos ciclos de vida, tanto solares como lunares, que es difícil llevar la cuenta. Ella que lo ha visto todo puede que sepa mucho más sobre los humanos de lo que sé yo, incluso puede que sepa como despertar tu poder oculto.
-Pensé que usted sabía cómo hacerlo, Maestro. Mis respetos, pero yo creía que su sabiduría no tenía límites –agregué yo desconcertada.
-Sólo soy un geógrafo con una gran memoria, pero todos los chismes, comentarios, novedades, anécdotas y demás llegan a Auroca a través del viento.
-¿A través del viento? ¿Es capaz de oír el viento?
-Algo más simple que eso, joven Tep, Auroca es una araucaria y como toda planta puede hacer que el viento lleve sus semillas junto con el polen de las flores. Incluso Auroca es capaz de saber en qué parte de Acambuyú falta vegetación, pues está conectada con toda esta así que presentirá nuestra llegada y nos hará el paso fácil por el Campo Loncátido.
-¿Campo Loncátido?
-El Campo Loncátido –empecé a explicar yo – es un campo de rosas de infinitos colores cada día cambian azarosamente de color, lo que les da una propiedad distinta cada día. De las que se conocen hoy están: las rojas que son mortales donde una simple espina podría matarte, las verdes que son capaces de impedir eso e incluso se conocen como panacea, las rosadas que aumentan tu capacidad física a diferencia de las blancas que aumentan tu capacidad mental, las azules que pueden restaurar la magia, pero las más raras son las negras, pues estás te conectan con tus antepasados. Pero si Auroca está de nuestro lado no tendremos problemas para pasar por allí.
Seguimos avanzando por un prado que cada vez se tonaba más y más verde, se notaba que estaba lleno de vida. A medida que nos acercábamos al Campo podía se podía visualizar la copa de un árbol gigantesco que correspondía a Auroca, nos contaba Búho Mayor. Cuando por fin llegamos al Campo Loncátido quise guardar esa imagen para siempre, era evidente la influencia de Auroca sobre las rosas. Era un campo tan hermoso con nítidos y diversos colores incluidos el rojo en algunas pocas zonas, pero abundabas las rosas rosadas y las verdes junto con otros colores que ninguno de los tres sabía qué efecto tenían y que de seguro veíamos por primera vez. Nos adentramos al Campo a medida que la imagen de Auroca crecía más y más a lo lejos. Una vez en el centro nos percatamos de una rosa que estaba un poco aislada de las demás. Era una rosa morada, Tep intentó recogerla pese a la advertencia mía, pero el Maestro me detuvo y nos dijo que si Auroca colocó esa flor ahí es por algo. En el momento en que la eché al morral un halcón cayó en picada hacia donde estábamos nosotros y se detuvo a un metro de Búho Mayor. Nos traía malas noticias.
-Maestro –dijo el halcón- inspeccionaba la zona norte del país y me encontré con algo terrible. Una avanzada de guerreros atacó y saqueó el Pueblo de Andro y se dirigen a Oloh’ Ondró, están cruzando el puente en este momento. Es un pequeño ejército de casi setenta bárbaros, no tardarán en llegar a la sabia Auroca.
-Gracias por tu información, joven halcón, veo que seguís siéndome fieles.
-Prometí serle leal hasta el fin de mis días, Maestro.
-Mantenme informado. Gracias.
-Debemos avanzar ahora –apresuró Tep.
-No sin antes recoger un par de rosas que nos servirán, necesitaremos azules, verdes y rosadas.
-Vamos, jóvenes, no hay tiempo que perder, desde aquí se distingue una humareda en la entrada de Oloh’ Ondró –alcanzó a decir búho Mayor al momento en que todo el Campo Loncátido sufrió un cambio enorme.
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