Pasaron días planeando la salida. Esteban había invitado a dos amigas: Valentina y Marcela, en cambio Alejandro invitó a su única y, mejor amiga de toda la vida: Claudia.
El cuarto día de Febrero decidieron que no pensarían en el viaje sino se mantendrían junto a Alejandro quién cumpliría la mayoría de edad esa misma fecha. Estuvieron toda la tarde preparando la fiesta y Claudia había salido con Alejandro a la plaza que tanto le gustaba ya que sus amigos querían que no trabajara porque deseaban que la pasara bien.
-¿Qué te gustaría hacer? –le preguntó ella.
-No sé. ¿Qué quieres hacer tú?
-Es tu cumpleaños, decide tú.
-Esta bien, ¿vamos a ver una película?
-Me gustaría, vamos.
Llegaron al cine y una vez dentro discutieron acerca de que película iban a ver y al fin se decidieron por una de acción que a ambos tanto le gustaban.
Al terminar el filme pasearon por la plaza y se sentaron en una banca cerca de la pileta.
-Alejandro –dijo ella– mira, te tengo un regalo.
-¿A sí?, Muchas gracias Claudia.
-Pero tienes que cerrar los ojos y abrir la manos.
-Está bien.
Ella le depositó un pequeño objeto metálico en las manos y se las cerró junto con las suyas, luego ella lo quedo mirando mientras él aún tenía los ojos bien cerrados y sintió que algo le temblaba dentro del cuerpo y lo besó apasionadamente, él simplemente se dejaba llevar. Cuando habían terminado ella le dijo:
-Abre las manos.
-Esto no me lo esperaba y el beso tampoco.
Alejandro abrió las manos y vio un pequeño relicario de oro, él se sorprendió mucho, nunca había esperado algo así. Al abrirlo vio una foto en el cual salía él con todo su grupo de amigos sonriendo.
-Vaya, muchas gracias
-De nada, es para que siempre nos tengas presente.
-Creo que ya es hora de volver, ¿vamos?
-Vamos.
Se tomaron de la mano y volvieron a casa de él.
Cuando llegaron los recibió Valentina en la puerta y al entrar todos los estaban esperando con la fiesta.
Después de unas largas horas de una gran fiesta de los 18 de Jano, él le comento a sus padres acerca de la idea que tenían:
-Bueno –decía él– ahora que soy mayor de edad no hay problema en que salga de viaje con mis amigos y con Andrés.
-No, no creo que haya problema –le respondió su padre– ¿Por cuánto tiempo piensan ir?
-Iremos al Lago Llanquihue y estaremos exactamente un mes.
-¡¿Un mes?! –replicó su madre– ¿No será mucho?¡Además Andrés tiene tan sólo 15 años!
-Pero va a ir conmigo y con Esteban, y Andrés es un adolescente muy responsable y cuidadoso!¡Te prometo que no le pasará nada!
-¡Aún así es un niño!
-¡Y no queremos que les ocurra ningún tipo de accidentes! –agregó su padre– si van a viajar vayan a Valparaíso o a Viña que es más cerca.
-¡Siempre me andas imponiendo cosas! - se sobresaltó Alejandro –¡quieres que sea una persona común y corriente!¡Un Don Nadie!¡Estudia, saca un título y sé un profesional, cásate y crea una familia! –lo imitó con una voz grave de hombre dominante.
Su madre rompió a llorar.
-¡Eres un insolente desagradecido! –le espetó su padre.
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