-¿Estás bien ?- me preguntó Alfred.
-Más o menos - respondí - tendré que aplazar un tiempo más mi búsqueda.
-Tengo entendido que me buscabas por eso, ¿cierto?
-Así es, ¿Cómo lo sabes?
-Ahh, yo sé muchas cosas mi querido colega - respondió Alfred - pero también hay otras que no, como por ejemplo ¿Cómo y por qué te nombraste al igual que mi difunto hermano? Pues yo lo vi morir, así que tu no puedes ser él. Al principio creí que era tu mote, como el mío, pero ahora sé que así te llamas. ¡¡Explícame!! -grito desesperado.
Y ahí fue como caí en un mar de confusiones y paradojas. Sí mi nombre es Esteban Santos, el cual es el hermano de Alfred, quien supuestamente estaba muerto y aquí mi colega lo vio morir. Entonces ¿quién demonios soy?¿Que hago en esta realidad?¿Y quienes son ustedes?, Es decir, nada de esto tiene sentido, tal vez no pueda recordar mi segundo nombre y apellido, pero si recuerdo cuando mi abuelo nos cuidaba a mí y a mi hermano. ¿Eran acaso recuerdos falsos? Y si lo son ¿quién los implantó y como? Mi mente me daba vueltas y vueltas, luego recordé el insoportable dolor del brazo y se apagó todo.
Él había despertado al rato y empezó a hurgar con la vista la pequeña habitación en la que estaba, en una mitad de ella se apostaban las más grandes armas que él nunca había visto, algo llamado bomba nuclear: Elemento totalmente destructivo y prohíbido, ocupada solo en tres ocasiones; Nagasaki (Japón) en 1945, Hiroshima (Japón) en 1945 y Santiago de nueva extremadura (Chile) en 2010. La otra mitad del cuarto estaba adornada de cuadros donde aparecía una numerosa y feliz familia, y al pie de foto enunciaba: Familia Santos, uno de los más numerosos e importantes linajes del continente. Luego me vio al oír una pequeña tos fingida, yo estaba bien vestido con un terno negro, parado erguidamente y con una botella en la mano.
-¿Te sientes ahora mejor? - le pregunté.
-Creo que si, ¿quién eres realmente?¿Alfred?
-Antes de responderte bebe esto, te hará sentir mejor.
Agarró la botella, bebió su contenido y demostró una mueca al sentir el sabor amargo
-Es cerveza - le comenté -, el elixir de los comienzos de siglo XX, su producción se detuvo al caer la bomba que viste anteriormente, de hecho ese incidente descontinuó un montón de productos y luego se produjo un periodo de más de 400 años de dictadura como tú bien sabes, empezando por el señor Don Roberto Pardo - le conté.
-Entonces por esta dictadura que el mundo es siempre igual, lleno de caos y desorden.
-Así es, ese tipo nunca infundió orden, y menos justicia. Su ideología sigue hasta ahora y los Torbarios son sus mayores partidarios.
-Bueno, ahora a lo importante ¿quién soy yo y quien eres tú?
-Para empezar como sabrás mi nombre no es Alfred, sino más bien mi mote para ocultar mi ascendencia a esos bárbaros, mi verdadero nombre es Alonso Guillermo Santos Vásquez, hijo de Don Esteban Felipe Santos Gómez y hermano del fallecido Esteban Eduardo Santos Vásquez. Al pertenecer a una gran familia la cual sobrevivió a la bomba permaneciendo fuera del país y al estar en contra del partido estos desgraciados nos buscan por todas partes, por eso al enterarse de que tú eras mi difunto hermano te atacaron con la intención de matarte.
-Entonces ¿Yo no me llamo así?¿Cuál es mi origen, mi linaje, mi nombre, mi apellido?¡¡Respóndeme!!
El hombre que estaba apostado en la cama empezó a enloquecer, lo agarré firmemente y le dije que se calmara, que ya encontraríamos la solución y cuando se apaciguó un rato le di otra botella de cerveza.
-Como bien te dije hace una semana atrás en el techo, yo no tengo todas las respuestas a tus preguntas. Pero tranquilo, las buscaremos, encontraremos a tus padres ya estén vivos o muertos.
-Estuve más de un año buscando mi supuesto pasado el cual no era nada más ni nada menos que el tuyo, y no pienso gastar más tiempo en buscar uno el cual tampoco será mío, me harte de tanta palabrería y parafernalia.
Entonces no sé como fue pero me lanzó la botella y al esquivarla aquel tipo tomó una de mis armas y se fusilo la sien. El hombre que hurgó, buscó y creyó en mi pasado. Un hombre que pensó ser Esteban Santos, y por eso sufrió más en un año de lo que lo haría una persona en toda una vida. Sentí lástima por aquel alma perdida sin un destino, por aquel cadáver sin origen. Por eso me dedicaré a buscarle un pasado aunque ya estuviera muerto. Tomé mi sombrero, abrigo, botas y bufanda. Y en pleno invierno y más encima con lluvia se me ocurrió ir en busca de él.
Fin
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