-Cuídate, amor.
-Ya sé Ximena, es tercera vez que me lo repites.
-Pero Augusto ¿Cuídate ya?
-Está bien, mi vida. Tendré cuidado. Adiós.
Nunca pensé que me llamarían del laboratorio a esta hora, mi maldito puesto me exige estar disponible las veinticuatro horas del día y para variar con mi sueldo no me alcanza par un auto. Vaya día en que elegí tener tres hijos, Santiago, Ximena y Esperanza. Mantenerlos no ha sido nada fácil, ¿Por qué hace tanto frío? Debí haberme abrigado, especialmente ahora que Ximena está en segundo año de universidad, Chaguito pasó a tercero medio y mi niñita a primero medio. A mí edad de cuarenta y siete años, admitámoslo, fui padre joven y mi señora también. -¡Cuidado imbécil! ¡¿Acaso no ves la luz roja?!- Un estúpido automovilista casi me atropella, hoy en día los peatones tienes los mismos riesgos que los conductores, puedes ir todos los domingos a la iglesia, repartir la mitad de tu sueldo a la caridad, pero si un maldito conductor borracho te atropella por saltarse un disco pare ¿Dónde quedó el buen hombre, el filántropo? Echo pedazos, al igual que cualquier otro hombre cuya vida sea igual de bondadosa o extrema de contraria. Muertos somos todos iguales, lo que importa es cómo te recuerdan muerto ¿Qué curiosa es la gente? Todos llevan una vida independiente y con vergüenza de decir o mostrar ciertas cosas cuando en realidad todos pasamos por lo mismo, es el cinismo lo que nos aísla el uno del otro. -¿Qué? No, no tengo monedas- Por fin llegué al paradero, por la cresta la micro pasó de largo. Esos choferes creen que las personas son animales, las suben todas amontonadas y luego zarandean el bus. En realidad son los capitalistas los que piensan así, y educan a los conductores a pensar así también. Nos tratan cómo animales: nos etiquetan con un número, nos acorralan en algunos sectores, nos apiñan en otros, nos amontonan en largas filas y luego se quejan de que nos comportamos como tales. ¿Qué somos entonces? ¿Animales o seres humanos? ¿Entonces por qué nos tratan como un ganado?. Ya me subí y ahora estoy sentado descansando. Este bus va bastante rápido, aún no se acaban las épocas de carreras y de irresponsabilidades. –¡Oye hueón, si sigues acelerando nos vas a matar- Si me sigue molestando me levantaré y le daré un buen golpe, no estoy de humor para q me hinche las bolas –¡Te lo digo porque tienes mi vida y las de muchas personas en tus manos jetón!- La gente me apoya y le grita improperios al conductor...¡Carajo! se volteó a mirar ¡Cuidado con el camión imbécil! Fue lo último que pude decir de repente entre el sonido y la colisión se me pasaron por la cabeza un montón de imágenes: nuestro matrimonio, primer hijo, las fotos de ellos mientras iban creciendo a lo largo de los años, el acceso a la universidad de Ximena, mi cumpleaños, lo último que le dije a Chaguito: cuídate y protégete ahora que tienes novia. A Ximenita: mi amor, yo sé que puedes lograrlo, vete a estudiar al extranjero. Y a mi pequeña Esperancita le estaba contando el cuento de la caperucita. Mi esposa esperándome en la cama, hicimos el amor y luego me llamaron de laboratorio. ¿Será coincidencia que mi mujer haya tenido un mal presentimiento? Por algo me repitió varias veces que me cuidara ¿Será ese instinto femenino del cual mucha gente habla? No importa, lo que importa ahora es sobrevivir ¡Protégete la cara y afírmate! Después de todo si muero seré uno más del montón.
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