domingo, 26 de diciembre de 2010

04. Háblame del Mundo de los Sueños.

-Háblame del mundo de los Sueños, Tep –me dijo ella con los ojos cerrados- ¿Qué encontraré? ¿Para dónde me llevará? ¿Para qué voy hacia allá? ¿Podré volver? ¿Cómo llego?
-Debe bañarse desnuda en la poza y dormir ahí, tener un sueño húmedo para acceder al verdadero mundo descrito una vez por un mortal. Usted debe conducirnos hacia allá puesto que es su sueño, madre nuestra. Todo lo que ocurra ahí es parte de su voluntad, no debe dejarse engañar ni por las pesadillas, ni por las malas vibras, ni por energías negativas, ni por el Yang. Recuerde que es un mundo onírico y nada de lo que haya ahí nos puede hacer daño a menos que usted lo desee.
-Seguiré tus consejos, Tep. Yo no tendría porque querer que mis hijos sufran daño, en especial alguien tan guapo como tú, Tep. –Dijo mientras me sonrojaba- Para ser humano te has vuelto bastante agradable, sin embargo no sobrevivirás al viaje así, toma un poco de mi sangre en este cáliz para sobrevivir al mundo de los sueños. He vivido tanto que mi mente no se mantiene totalmente llena de imágenes apacibles y podrías morir en alguno de mis recuerdos.

      La Madre Tierra se perforó el antebrazo con una estalactita de hielo para verter su sangre bastante roja en un cáliz de color azul que mantenía un Guerrero Jaguar. Luego la vació en una jeringa y me apuñaló el corazón. Tuve una visión, me veía fornicando con la Pachamama. Luego me di cuenta que no podía ser eso posible y fui transportado a un claro donde yo estaba en medio y por lo menos a unos diez metros a la redonda de mí comenzaban a crecer un montón de árboles, intenté avanzar pero estos se alejaban más y más hasta que tropecé con un cuaderno. Lo tomé, lo hojeé y estaba completamente vacío excepto en la hoja final en la cual habían unas frases a modo de diálogo que no entendí de modo que me lo comí y caí desmayado. Volví a despertar y vislumbré a dos personajes enigmáticos sentados en un sillón frente a una chimenea con estantes llenos de libros. Los personajes parecían hombres de edad y mantenían el siguiente diálogo que jamás olvidaré:

-Ese muchacho es bastante predecible, no sé si debamos confiarle tal tarea.
-No os preocupéis, tarde o temprano deberá cumplirla, es su destino.
-Tenéis razón, el tiempo es sólo una ilusión, lo único que importa es el resultado, los hechos.
-Distraigámonos un poco y coloquemos música.
-Vale, pero hablemos de algo.
-¿De qué quieres hablar?
-Hablemos de un Mundo.

      Luego sólo oí la música de la cual lo único que puedo recordar es la voz pues la reconocí, era la voz de la Pachamama cantando, cantaba dulcemente y algo que no comprendía. En un principio me gustó pero poco a poco me iba desagradando hasta que sentí miedo, un miedo que me hizo volver en mí para despertar en el mismo lugar en el cual había caído inconsciente dentro de la cueva de hielo. Sentí que estuve dormido una infinidad, pero los individuos seguían allí en la misma posición antes de que yo perdiera el conocimiento, me levanté y agradecí.

-Gracias, Madre Nuestra, por preverme de la inmortalidad.
-No te he dado inmortalidad frente al tiempo, Tep. Sólo invulnerabilidad frente a los sucesos. De modo que tendremos que cumplir nuestra misión lo antes posible. Prepararé la estrategia, Tep, por tanto me tendrás que decir como es, físicamente, el Mundo de los Sueños.

-Háblame del mundo de los Sueños, Tep –me dijo ella con los ojos cerrados- ¿Qué encontraré? ¿Para dónde me llevará? ¿Para qué voy hacia allá? ¿Podré volver? ¿Cómo llego?
-Debe bañarse desnuda en la poza y dormir ahí, tener un sueño húmedo para acceder al verdadero mundo descrito una vez por un mortal. Usted debe conducirnos hacia allá puesto que es su sueño, madre nuestra. Todo lo que ocurra ahí es parte de su voluntad, no debe dejarse engañar ni por las pesadillas, ni por las malas vibras, ni por energías negativas, ni por el Yang. Recuerde que es un mundo onírico y nada de lo que haya ahí nos puede hacer daño a menos que usted lo desee.
-Seguiré tus consejos, Tep. Yo no tendría porque querer que mis hijos sufran daño, en especial alguien tan guapo como tú, Tep. –Dijo mientras me sonrojaba- Para ser humano te has vuelto bastante agradable, sin embargo no sobrevivirás al viaje así, toma un poco de mi sangre en este cáliz para sobrevivir al mundo de los sueños. He vivido tanto que mi mente no se mantiene totalmente llena de imágenes apacibles y podrías morir en alguno de mis recuerdos.

      La Madre Tierra se perforó el antebrazo con una estalactita de hielo para verter su sangre bastante roja en un cáliz de color azul que mantenía un Guerrero Jaguar. Luego la vació en una jeringa y me apuñaló el corazón. Tuve una visión, me veía fornicando con la Pachamama. Luego me di cuenta que no podía ser eso posible y fui transportado a un claro donde yo estaba en medio y por lo menos a unos diez metros a la redonda de mí comenzaban a crecer un montón de árboles, intenté avanzar pero estos se alejaban más y más hasta que tropecé con un cuaderno. Lo tomé, lo hojeé y estaba completamente vacío excepto en la hoja final en la cual habían unas frases a modo de diálogo que no entendí de modo que me lo comí y caí desmayado. Volví a despertar y vislumbré a dos personajes enigmáticos sentados en un sillón frente a una chimenea con estantes llenos de libros. Los personajes parecían hombres de edad y mantenían el siguiente diálogo que jamás olvidaré:

-Ese muchacho es bastante predecible, no sé si debamos confiarle tal tarea.
-No os preocupéis, tarde o temprano deberá cumplirla, es su destino.
-Tenéis razón, el tiempo es sólo una ilusión, lo único que importa es el resultado, los hechos.
-Distraigámonos un poco y coloquemos música.
-Vale, pero hablemos de algo.
-¿De qué quieres hablar?
-Hablemos de un Mundo.

      Luego sólo oí la música de la cual lo único que puedo recordar es la voz pues la reconocí, era la voz de la Pachamama cantando, cantaba dulcemente y algo que no comprendía. En un principio me gustó pero poco a poco me iba desagradando hasta que sentí miedo, un miedo que me hizo volver en mí para despertar en el mismo lugar en el cual había caído inconsciente dentro de la cueva de hielo. Sentí que estuve dormido una infinidad, pero los individuos seguían allí en la misma posición antes de que yo perdiera el conocimiento, me levanté y agradecí.

-Gracias, Madre Nuestra, por preverme de la inmortalidad.
-No te he dado inmortalidad frente al tiempo, Tep. Sólo invulnerabilidad frente a los sucesos. De modo que tendremos que cumplir nuestra misión lo antes posible. Prepararé la estrategia, Tep, por tanto me tendrás que decir como es, físicamente, el Mundo de los Sueños.

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