lunes, 24 de enero de 2011

05. Es aquel Mundo cubierto por Océanos

-Es aquel mundo cubierto por océanos, madre –dije yo- Donde existen bloques de hielo, paredes inmensas, muelles astillosos y ciudades perdidas en continentes.
-Viajaremos en barco entonces.
-Uno de madera, al más puro estilo vikingo de la edad fantástica.
-Así será, Tep. Ahora dormiré, procura que alcance… –dijo mientras daba una cara de asco y entrecortaba la voz- procura que alcance….el org…el orgasmo... ¿de acuerdo?
-De acuerdo, mi señora.

      La Pachamama se quitó aquel vestido colorido y mágico para dejar ver un cuerpo hermoso. Con caderas bien definidas, piernas bastante lisas, un vientre plano y delgado donde albergó durante nueve infinitos meses a toda la humanidad y una hermosa y depilada entrepierna por donde emergió ésta. Su cabello llegaba hasta cintura y lo movía con tal gracia que quisiera que ambos fuéramos humanos para enamorarme de ella. Su piel morena hacía un excelente contraste con la cueva de hielo reforzando su hermosura. Mientras caminaba hacia la poza giró su cabeza y me miró con tal coqueteo que mi bestia interna quería salir para zarparme encima de ella. Sin saberlo era el payaso del ejército, todos ellos impasibles ante tan majestuosa mujer que otrora en guerra era bastante fea, al rato supe que todos me miraban con la poca esencia humana que les quedaba: el desdén. Cuando por fin recuperé la compostura ella ya se había sentado en la poza con las piernas cruzadas dejando entrever claramente su vagina. El único modo de entrar en su sueño húmedo era recoger sus fluidos y beberlos, de modo que había que recolectar bastante y yo era el encargado de llevarla al orgasmo. Me acerqué cautelosa y tímidamente ante la mirada de todo el ejército. Coloqué a la entrada de su sexo el cáliz que donde fue depositada su sangre para poder sobrevivir a sus sueños, el cual mágicamente estaba limpio, y por detrás con mis dedos acaricié su clítoris, pude percibir un pequeño estremecimiento en su cuerpo seguido de un gemido de placer, al parecer no dejaba de ser del todo humana. Luego de una infinidad de tiempo y varios orgasmos logramos recoger suficiente fluido para todos. Lo bebimos sin chistar y caímos inmediatamente al piso. Desperté en un barco de dimensiones ingentes y pude ver que a mi lado estaba la Pachamama al timón.

-Tardaron bastante, Tep.
-Lo siento, mi señora.
-Debiste haberme penetrado, cariño.
-No quise hacerlo por respeto a su forma humana, madre.
-En guerra no hay humanos, sólo objetos.
-Lo siento, mi señora.
-Ya estamos aquí y de camino a la ciudad perdida de Acambuyú, corazón.
-Veo que no está enojada conmigo.
-Para nada, mi amor. Ahora debemos preocuparnos del Craquen.
-¿Craquen? ¿Acaso hay un Craquen en este océano de sus sueños?
-Como en todas fantasías, cariño.

No hay comentarios: