viernes, 4 de febrero de 2011

06. ¿Es Peligroso?

-¿Es peligroso?
-Depende, bebé.
-¿Depende de qué, mi ama?
-Depende de lo que quiera mi subconsciente, tal vez intente matarte o simplemente causarte un profundo dolor.
-Usted me dijo que no puedo morir aquí.
-Entonces te causaría un profundo dolor.

      Eso no me calmó, e intenté mirar el paisaje para poder relajarme y no lo conseguí. Como todos los sueños el mundo es bastante surrealista. Había picos de hielo bastantes altos que goteaban hacia el infinitesimal cielo nublado, balsas de madera remadas por hombres en trapos sucios, otros a vela e incluso a motor, islas de hielo redondas a la perfección que giraban sobre su propio eje. A lo lejos se veía una montaña enorme de nieve, una montaña que ocultaba un valle dentro. ¿Cómo lo supe? No lo sé, lo presentía. Estábamos todos, o por lo menos yo, conectados a la mente de la Pachamama. Nuestro navío era tan grande que no se podía ver a donde terminaba y no se veía por ningún lado mástil alguno. Sólo el timón en la proa donde estaba yo y la Pachamama y ella lo conducía con tal confianza como si conociese todo ese mundo que le presentaba su subconsciente.

-¿Dónde queda la ciudad perdida de Acambuyú, mi reina?
-Es un valle dentro de aquella montaña de nieve que ves.
-¿Custodiada por el Craquen?
-Nop, el Craquen custodia todo este mundo. Su tamaño es enorme, sólo con su boca podría tragarse esta embarcación y cómo puedes ver, o mejor dicho, cómo no puedes ver el final del navío no te puedes imaginar la situación.
-Qué el Olimpo nos apañe.
-¡No seas pagano, Tep! ¡Qué aquí tu único Dios soy yo!
-Madam, sus egocéntricos comentarios han despertado a la gran bestia –dijo la voz de un guerrero que no alcancé a distinguir.

      No a alcancé a darme cuenta cuando de repente todo se sacudió y en un instante una bestia con cuatro tentáculos a cada lado, la cabeza redonda, tentáculos en su cara que escondían un pico tan feroz que estaba lleno de dientes. Oí a la Pachamama decir que era el Craquen y que lucháramos con y por nuestras vidas y la de ella. Luego de esa horripilante visión vi como se sumergían las tres cuartas partes restantes del demonio. Me saqué un diente y se lo lancé al monstruo, luego de una explosión ensordecedora, que sin embargo no calló la dulce voz cantora de la Pachamama que enunciaba unas frases en un idioma quizá ya perdido, calló ante mí una lanza de hueso tan filosa como las garras de un lobo adiamantado y tan dura como sus huesos. Luché contra el diablo mismo, corté una infinidad de sus brazos al son de las notas que cantaba mi madre mientras el apacible cielo nublado se había convertido en un estruendoso infierno relampagueante. De un momento a otro la Pachamama se me acercó sin dejar de cantar y me clavó mi propia arma en la boca del estómago, la miré a los ojos exigiendo una explicación y luego grité. Grité de dolor, un dolor jamás sentido. Sólo escuchaba mis gritos y la canción de la Pachamama. Caí de bruces al suelo mientras podía ver como los picos de hielo se resquebrajaban y caían hacia todas las direcciones como si no hubiera gravedad. Mi madre me volvió a clavar el arma en la espalda y volví a gritar y justo al momento que escuchaba mi eco los trozos de hielo cayeron al agua como una lluvia de cristales hiriendo tanto a Guerrero como a monstruo. Lo último que pude percibir era un terremoto seguido de una ola enorme acabando con nuestro navío mientras en mi mente podía seguir escuchando la voz de la Pachamama diciéndome a mí mismo: Sí, es peligroso.

1 comentario:

Lupus dijo...

me gusto bastante más que las primeras. la historia parece haber evolucionbado un poco y veo algo más de orden dentro del desorden