jueves, 16 de diciembre de 2010

¡Se acabó...!

      Desde que estoy en el Internado que esto se acabó. Internado es sólo un nombre, otro le llaman Universidad, Instituto, Manicomnio, Hospital, Clínica, Hogar. El lugar da lo mismo, esa chica me enseñó que el lugar da lo mismo cuando todo se acabó ¿qué es un lugar sin tiempo? ¿Un hombre sin una mujer? ¿Un padre sin un hijo? ¿Un escritor sin su pluma? ¿Un matemático sin sus ecuaciones? No existe lugar alguno sin tiempo, y aquí el tiempo se acabó, por tanto da lo mismo el lugar donde esté, para mí es un Internado como para otros será una Universidad, una Academia, un Manicomnio o un Hospital. Incluso para algunos un Hogar.

      Todo comenzó, o mejor dicho acabó apenas ingrese al Internado. El tiempo aquí es lo de menos. Yo puedo estar, podría estar o pude estar escribiendo esto, o simplemente no escribirlo. Es sólo un capricho. Como decía, dije o diré encontré unas monedas que tendré en los próximos segundos, con las cuales el tiempo es a la voluntad del que las sabe manipular. El dinero no es cualquier cosa, en otrora manejaban el mundo, hoy/ayer/mañana son el juguete de una chiquilla. Es difícil escribir conociendo la maleabilidad espacio-temporal, por tanto usaré verbos y acciones hechas en el pasado a pesar de que ocurran dentro de los próximos momentos. Mi nueva habitación estaba adornada tan sólo por cuatro paredes con la pintura rasgada. Una que otra ralladura o firma de un anónimo que quería ser conocido por su garabato. Incluso el techo no se salvaba, habían dibujado penes y otros objetos fálicos en lugares donde no es fácil llegar. La habitación estaba llena y vacía a la vez. Llena de almas y espíritus, recuerdos que quedaron en el pasado, pero por mi nueva concepción siguen ahí, viven, fornican, beben, dibujan, rayan, se divierten. Todos y Nadie están ahí. Todos y Nadie estamos ahí. Me saqué la ropa al igual que todas esas almas y seres ahí y me dejé llevar, de inmediato (o quizás mucho después, nadie lo sabe) me llegó un recado.

      Mis clases comenzaban de inmediato y mi habitación queda en la torre opuesta. Fui desnudo porque no me dieron tiempo de desempacar y vestirme. El ala Nor-poniente estaba conectada con la Sud-oriente por un camino de piedra con faroles a los lados y al comienzo del camino, es decir a la salida de cada torre, había dos piletas, una fuente a cada lado llena de monedas plateadas y doradas de distintas formas y tamaños. El área estaba llena por sectores verdes brillantes y opacos, relojes de sol hechos de piedra, madera, piedras preciosas relucientes y otros materiales bastantes tristones. En resumen era un lugar bastante gris a pesar del enorme, radiante y caluroso sol que se posaba sobre nosotros y no nos dejaba como si fuera un buitre hambriento. Llegué al quinto piso. Entré por una trampa en el piso y la luz era tenue. Una sola lámpara colgaba del techo y no había nada en las mohosas paredes. La encontré con sus cabellos largos y con sólo una camisa puesta sentada en la cama. Era una chica linda, una forma muy grácil de manejar esas monedas. La besé y saludé. Le dije que ella era quien me tenía que enseñar. Me acerqué a la cama e hicimos el amor, me entregó una moneda hexagonal plateada, tenía el número uno y me mandó a buscar más después de mostrarme una especie de catálogo donde aparecía todas las monedas de los número del uno al cien. Todas hexagonales y plateadas, excepto por una, la de diez era redonda.

1 comentario:

Lupus dijo...

esta wea es literatura dentro de la literatura
FTW! +1000