07. Está lleno de Hadas

“Está lleno de Hadas” fue la frase que rondaba en mi cabeza y era de la canción de la Pachamama. Miré mi lanza que reposaba frente a mí y cerrando los ojos traté de acordarme que había pasado, pero no recordaba nada más aparte del incidente del Craquen en el navío. Levanté la vista y miré a mí alrededor. Vislumbré un paraíso lleno de árboles, casas y gente. Un hermoso lago cristalino. Y una montañas tan altas que se podía ver un amanecer único. Me puse de pié y con lanza en mano me encaminé a hablar con los inquilinos. Eran personas de excelente estado físico, vestidos sólo con harapos, tenían dos cicatrices en la espalda a nivel de los omoplatos. Sus casas de pajas en forma de rucas me llamaron bastante la atención, pensé que se trataban de gente que vivía en armonía con el ambiente lo que me pareció raro ya que si bien el pueblo de Tloxoc no era el único en el Mundo, habría sabido de la existencia de un lugar como este. Luego recordé que aun permanecía en el sueño de la Pachamama y golpeé mi cabeza contra un árbol por mi torpeza. El golpe ahuyentó a las aves del macizo lo que llamó la atención de aquellas personitas. Se me acercó un gran grupo de ellos hasta que con gran agilidad apareció uno detrás de mí con una enorme cuchilla, más bien un machete. Solté mi lanza y me arrodillé. Me jalaron de mis cabellos y me llevaron arrastrando hasta el lago. Sobre este había un gran nenúfar azul con una mujer azul desnuda sobre ella. Tenía los ojos azules, el cabello azul y no la pude distinguir a lo lejos porque se escondía entre el cielo azul y el lago azul. Me arrojaron a la orilla del lago y la mujer azul se acercó, en realidad el nenúfar se acercó con ella aun sentada con las piernas cruzadas. Se presentó:

-Soy la Gran Hada Azul, forastero ¿Quién eres?
-Mi nombre ya lo he olvidado, pero soy oriundo de Tloxoc y en mi bautizo fui nombrado Tep. Soy el mensajero, guardia, asistente, criado, amante y mano derecha de la Pachamama. He muerto una vez así que no tengo miedo de lo que vayáis a hacerme.
-No te haremos nada, semidiós Tep, conocemos a la Pachamama. Ella nos invadió aquí en el fin del mundo y no es bienvenida. No obstante no te haremos daño. Como dicen, a los amigos hay que tenerlos cerca y a los enemigos más cerca aún. Vivirás con nosotros sin problemas pero debemos eliminar tu lanza y desligarte de ella.
-Gracias por su misericordia, Gran Hada Azul. Os entrego mi lanza y no mis problemas, mas debo regresar con mi Señora.
-Nos deberás entregar tu lanza y tu dentadura, pues ahí fue forjada. Y permítenos mostrarte qué relación tuvo tu Señora con nuestro pueblo. Para empezar debemos advertirte que ella nos quitó nuestro orgullo y esencia de la peor forma posible.
-¿Y cuál es esa forma, Gran Hada Azul?
-Nos quitó las alas.
-Lamento oír eso, Gran Hada Azul.
-Llévenlo con el Hada de los Dientes.

Ahora nadie me agarró, me levanté solo y fui escoltado hasta un carro, de allí me llevaron a un bosque donde vivía una mujer albina también vestida con harapos. Me hizo sentarme en el suelo y ella lo hizo frente a mí. Mis escoltas le entregaron mi lanza y se fueron. Luego me dijo:

-Así que te llamas Tep y eres otro seguidor de la Pachamama.
-¿A qué se refiere con otro?
-Permíteme sacarte primero una parte de la esencia que ella te dio y lo comprenderás mejor.

Ella tomo mi lanza y se abalanzó sobre mí y de repente no pude moverme. Con ella me fue sacando los diente uno a uno y los fue lanzando a una fogata en un rincón del refugio. Estuvo así hasta el anochecer. Y luego me entregó mi arma.

-Arrójala al fuego –dijo.
-No puedo, estaría traicionando a mi Madre.
-Si no lo haces no podrás volver con tu mami –dijo mientras hacía caso y pude ver cómo salía una llama plateada y el fuego se avivaba.
-Ahora te contaré la Historia, Tep. No me refiero a la historia en la cual tu madre nos privó del vuelo, sino a la verdadera Historia del Mundo. Es cierto que tu madre es la madre de Todo el Mundo. Ella parió a las diferentes razas de seres vivos. Ella es la Tierra. La versión antropomórfica del planeta conocido como Cero Punto Cero por nuestra era. Luego de que el planeta fue llevado a su inevitable muerte y con ello a la muerte de la Pachamama ella escapó en una forma antropomórfica hacia el Universo creando otro Mundo. Este Mundo. Y para no cometer el mismo error ella permaneció en su forma nueva para así controlar a sus hijos de más cerca. Les bendijo con el poder de la magia a diferencia de sus hijos anteriores que fueron dotados con el poder de la manufactura. Todo esto suena bonito y fue así hasta que sus hijos crecieron. La desafiaron. Pueblo tras pueblo, raza tras raza. Primero los árboles, luego el agua, el cielo, las hadas, las aves, los animales, los peces, las ninfas, los fantasmas y un largo etcétera. Muchos de ellos doblegados por ella se unieron a su ejército el cual conoces bien. Otros como los árboles y las hadas entre otros tantos nos enfrentamos a ella directamente. Fuimos derrotados y castigados. A los árboles les obligó a permanecer de pie toda su vida y a nosotros nos quitó lo que nos hacía únicos. Ahora parecemos simples humanos. Como tú, Tep. Tú eras humano, el último humano y ella te convirtió en semidiós. Debes recordar tu nombre antes de convertirte en semidiós ¿Lo recuerdas?
-Creo que es Zaegiir.
-Es posible. Pero también deberás buscar aliados y enfrentarte a tu madre. Dejarle bien en claro que ya no somos niños y que ya no nos puede controlar más. Deberás reunir un ejército y encontrarla. Deberás eliminar poco a poco tu esencia divina que te otorgó y volverte humano para derrotarla. En este pueblo yo soy la única que aun puede manejar magia y ya te he librado de una parte. Debes visitar otros pueblos ¿Alguna duda?
-¿No se supone que estamos en su sueño? ¿Cómo vamos a derrotarla?
-Luego del ataque del Craquen, quien por cierto está de nuestro lado, ella logró perder la concentración dejándonos en un limbo entre el sueño y la muerte. Supongo que sabrás que Hipnos y Tánatos son gemelos. Ellos comparten su reino y ahora nosotros estamos al medio. De modo que si mueres no despertarás nunca en el Mundo ¿Pasa algo, querido Tep?