domingo, 15 de noviembre de 2009

Osorno, una pequeña ciudad sin aliento

Mi nombre es Santiago Luis Villanueva y la ciudad detrás mío colina abajo es Osorno. Las autoridades no han querido publicar ni decir nada, sin embargo yo les contaré. ¿Por qué? Porque me da la puta gana, me gusta escribir mis crónicas y quiero que la gente sepa quienes son los que nos rodean. No me interesa ser famoso, de hecho la fama de da asco. ¿Ven el volcán Osorno? Yo nací en su falda en una humilde cabaña por eso le tengo tanto cariño a esta ciudad y es recíproco. Me dedico a resolver crímenes aquí y comenzaré por mi primer y único caso.

Fue en la navidad pasada, hace muy poco, cuando conocí a Soledad: una muchacha bien dotada y súper inteligente. Su único defecto: la negligencia. También conocí a su gemela Alejandra: mujer muy hermosa y sabía sacar provecho de eso lo que la hacía muy peligrosa. Un defecto que le costó caro fue que era muy enamoradiza.

Yo estaba buscando regalos para mis padres a última hora como buen chileno y como andaba desempleado me encontré con un anuncio en la calle que pedía urgente un detective privado, yo dije: o está desesperada o está loca. Después de todo, esos detectives privados sólo existían en las novelas de ficción. Luego entré a un café luminoso, pero silencioso bastante cómodo y confortable para una persona de treinta años como yo y mientras esperaba mi cortado la muchacha del rincón comenzó a sollozar y le pedía a gritos a su acompañante que por favor no se fuera, que él era su única esperanza. “Suéltame”-dijo el hombre-“Si no puedes pagar mala suerte”. Me acerqué a ella y le pregunté si acaso el hombre aquel era su acompañante y ella me respondió furiosa “No soy prostituta”. “Perdón, te puedo ayudar el algo” le dije disculpándome, me senté a su lado e iniciamos una larga conversación donde me dijo que se llamaba Soledad Hueichaleo y que estaba buscando a su hermana, por eso el anuncio, estaba desaparecida desde hace un mes y me rogó por ayuda, cómo era una muchacha bastante guapa no me negué y le dije que siguiéramos la conversación mientras compraba regalos para mis padres. Me contaba que su gemela había desaparecido hace una semana atrás y que con su familia había dado aviso a la policía pero hasta ahora nada. Y el hombre de hace poco era un detective que cobraba bastante caro y en estás fechas nadie de clase moderada tiene dinero para otras cosas que no sea el consumismo. Le dije que no se preocupara y que yo la iba a ayudar, que tranquilizara a su familia y rece esta noche por su hermana, mañana empezábamos a trabajar. De hecho no sé por que le dije eso, si yo no soy detective ni creo en ellos, pero me dio lástima y quise ayudarla.

A la mañana del 25 la pasé a buscar a su casa. Ella vivía en un barrio bastante tranquilo hacia la costa y me recibió con una taza de café en la mano. Le pedí que me señalara el último lugar donde estuvo su hermana y luego de caminar una horas pensando de qué manera haría ese trabajo que veía tan imposible. Le pedí que describiera a su hermana y me recordó que era gemelas. Luego de que la deje en casa fui al río que era el lugar de desaparición según Soledad, me había indicado ella que Alejandra, su hermana, estaba con un pololo del cual sus padres no sabían nada. Me pregunté si él tenía que ver en esto y me dirigí a la dirección dada por Soledad en la calle Valparaíso. El tipo se llamaba Ramón Ugarte y me presenté como un amigo de Alejandra que venía a saludarla y como no estaba en casa viene hacia él. Me miró con desconfianza en un principio y luego me respondió que desde hace una semana que no la veía, ya que ellos pelearon y Alejandra se alejó corriendo. Mi Odisea comenzaba aquí.

1 comentario:

Lupus dijo...

Heredia Provinciano. Falta el puro gato....
Buen detalle el de Ramón Ugarte